La voz por el auricular arrancó al Comandante Horadado de sus pensamientos.
-Comandante, entraremos en el cuadrante AG-421 en 562 segundos...
El Comandante hizo un gesto arisco. Le molestaba la precisión exagerada del Alférez Mikado en cuanto a mensurar absolutamente todo en centésimas, y en varias oportunidades se lo había hecho saber. El pobre no tenía la culpa. Durante el transcurso de una escaramuza llevada a cabo en el planeta Ikon contra los hombres del dictador Kogote, una granada de iones había estallado junto a su oído produciéndole una ligera sordera y la pérdida del hemisferio cerebral derecho.
Afortunadamente, la inteligencia nunca fue un rasgo preponderante en Mikado, y así los bioingenieros pudieron reemplazar sin problemas la materia gris faltante a pesar de los pocos componentes que habían podido conseguir en ese sector de la galaxia, a saber: un microprocesador 386 y el chip de cuarzo de un reloj de pulsera. Gracias a esta delicada operación, Mikado pudo continuar llevando una vida normal, aunque al principio fuera duro para sus conocidos acostumbrarse a escucharlo gritar “¡Cu-cu!” a cada hora.
-Entendido. ¿Envió el Comando Central algún cambio de planes?
-Negativo Comandante. La Maniobra Kakkoru sigue adelante.
El Comandante respiró hondo y lentamente tomo los mandos de los brazos mecánicos externos, apretando los dientes.
-Negativo Comandante. La Maniobra Kakkoru sigue adelante.
El Comandante respiró hondo y lentamente tomo los mandos de los brazos mecánicos externos, apretando los dientes.
-Diablos...
Las cosas habían cambiado mucho en el Sistema Orión en los últimos veinte años.
¡Qué tiempos aquellos, en que una nutrida tripulación hacían innecesarias todas estas complicadas maniobras para recibir un envío...! Actualmente, la tecnología había reducido la dotación de un Crucero a apenas dos tripulantes. Levantarse todos los días para preguntarle a la computadoras por las novedades podía destruir el temple de cualquiera, pero la vida del cuartel había endurecido a la tripulación. Fueron quince meses de entrenamiento duro.
Apenas dos tripulantes... El año pasado la tripulación del Hentai II, compuesta por 25 hombres, había fallado al efectuar la Maniobra Kakkoru, recalentando el núcleo de Kurdonio de la nave a un nivel crítico. El estallido del núcleo había producido que la nave y dieciseis planetas cercanos se hundieran en un agujero negro de antimateria, obligando a la Federación Estelar a excusarse públicamente mediante un escueto comunicado y a clonar a su capitán para poder despedirlo sin derecho a indemnización.
Las cosas habían cambiado mucho en el Sistema Orión en los últimos veinte años.
¡Qué tiempos aquellos, en que una nutrida tripulación hacían innecesarias todas estas complicadas maniobras para recibir un envío...! Actualmente, la tecnología había reducido la dotación de un Crucero a apenas dos tripulantes. Levantarse todos los días para preguntarle a la computadoras por las novedades podía destruir el temple de cualquiera, pero la vida del cuartel había endurecido a la tripulación. Fueron quince meses de entrenamiento duro.
Apenas dos tripulantes... El año pasado la tripulación del Hentai II, compuesta por 25 hombres, había fallado al efectuar la Maniobra Kakkoru, recalentando el núcleo de Kurdonio de la nave a un nivel crítico. El estallido del núcleo había producido que la nave y dieciseis planetas cercanos se hundieran en un agujero negro de antimateria, obligando a la Federación Estelar a excusarse públicamente mediante un escueto comunicado y a clonar a su capitán para poder despedirlo sin derecho a indemnización.
-Comandante, el sistema...
-¿Eh...? Ah... si. Conectando el sistema manual...
Malditos jovenzuelos... Piensan que la experiencia viene sola.
La Maniobra Kakkoru es simple, pero hay solo una oportunidad para realizarla. La práctica en esta operación es esencial para el éxito, aunque solo un vistazo al expediente del Comandante Horadado basta para garantizar el resultado.
-Estamos a menos veinte segundos del contacto -informó el Alférez Mikado.
-Si. Ya tengo contacto visual... Confirmo la recepción de la carga en el brazo número dos...
Cinco minutos después, Mikado llegaba portando el preciado paquete entre sus manos.
-La Maniobra fue un éxito, Comandante.
-¡Magnífico... !
-Pero la muzzarela está fría, y olvidaron ponerle las anchoas.
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