15.2.06

Nadie prepara el fugu como la abuela Sakura

Yukagata se detuvo un instante, conteniendo la respiración.
Su fino y entrenado oído ninja creyó percibir un sonido en la quietud de la casa en la que estaba ingresando, y eso -en la mayoría de los casos- podía hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

Luego de escalar silenciosamente el muro, aprovechando la oscuridad de la noche, había logrado escabullirse sigilosamente por una de las ventanas de la casa. Desgraciadamente, no había calculado que debajo estaba el cristalero con la vajilla, por lo que mientras sorteaba los trozos de cristal y loza esparcidos por el suelo, deseó que la dueña de casa tuviera el sueño pesado.
Suerte. Esa era una de las cosas que siempre habían acompañado a Yukagata en las batallas. Ya en una ocasión se había encontrado en una situación similar, al enfrentar a ocho esbirros del Shogûn Fujishima sedientos de sangre.

Los hombres de Fujishima... Asesinos famosos por su disciplina en el ataque. Se desplazaban en una fila perfecta y armoniosa, como si fueran un solo hombre, y solo el ojo sutil podía reconocerlos por los kanjis escritos en su espalda, que rezaban: “Gohan al gobierno, Gokuh al poder”. Aún cuando eran expertos en confundirse con el paisaje, Yukagata había logrado detectarles al orinar inadvertidamente contra lo que él suponía era un conjunto de arbustos. Comprendiendo de inmediato que solo sus años de preparación con la espada podrían salvarle, echó mano a su katana con un ki-ai desgarrador, pero el destino quiso que la hoja se desprendiera del mango y saliera disparada contra el grupo, acabando de una sola y limpia estocada con los ocho hombres a la vez. “Debo hacer algo con esta hoja uno de estos días”, pensó en ese instante el ninja. Después de todo, una espada debía ser para el guerrero parte de su propio cuerpo, como en ese momento lo había sido para los ocho asesinos.

“La vida de un guerrero es dura”, se dijo. Vino a su mente el momento en que el viejo maestro Tô le despidiera del templo Urushihara, años atrás. El venerable anciano, con los ojos velados por la santidad y el sake, había tenido en ese instante una ominosa visión acerca de Yukagata que, desde entonces, había perturbado al joven.
Vi a un inmenso dragón con el signo de Wu en su frente, posado sobre un ciruelo y alimentándose de su fruto. Hijo mío, deberás tener cuidado si pasa por encima de ti...”, sentenció gravemente el viejo sabio. Acto seguido, le propinó un formidable puñetazo que lanzó al joven guerrero por encima del torii. Conmovido por estas palabras Yukagata se alejó del templo sumido en profundas cavilaciones, mientras sus camaradas cerraban las puertas tras de él y estallaban en sonoras carcajadas.

Si bien no podía ver nada a causa de la oscuridad reinante, Yukagata se movía por el salón con gran soltura pues sabía perfectamente donde se hallaba cada cosa. Había estado allí en solo dos oportunidades, pero su rígido entrenamiento ninja le había acostumbrado a memorizar la ubicación de todo el mobiliario siempre que visitaba la casa de una víctima.
¿Qué debía hacer primero? ¿Era acaso conveniente hacerse cargo inmediatamente de los que allí vivían? Mientras pensaba en esto, su pie tropezó contra un chabudai que había en el medio de la estancia y su enfundado rostro fue a dar de lleno sobre un donburi lleno de umeboshi que había quedado de la cena de esa noche.
El ruido pareció no haber despertado a nadie, y luego de limpiarse diestramente los restos de ume con la manga del haori y recoger algunas piezas dentales que habían quedado desparramadas sobre el mantel, Yukagata se plantó de un salto a la entrada de la cocina. Con una mano apartó el noren y escrutó rápidamente el interior. Su olfato captó entonces resabios del aroma del fugu hecho para la cena.

Yukagata sonrió. Nadie preparaba el fugu mejor que su abuela Sakura. Su precisa "estocada Sakura" separaba diéstramente la letal glándula del pez, haciéndo de la abuela una leyenda en la comarca.
Con el tiempo, la anciana había perdido algo de la magia conque preparaba ese delicado manjar. Había también perdido el pulso y la vista, por lo que no era raro que los comensales terminaran la cena en medio de espasmos y convulsiones. Más aún: siendo este era el único plato que ella sabía preparar, la familia de Yukagata había disminuido en número drásticamente en los últimos años.

El guerrero se deslizó dentro de la cocina. Tenía ahora ante sí su objetivo y su mano asió instintivamente la katana, los músculos tensos, mientras que su pulgar separaba la empuñadura de la vaina listo para asestar el golpe.
De pronto, la luz de la estancia se encendió. Era su esposa, que le miraba con reprobación.
¡Yukagata...! ¡Infeliz...! ¿No te ha dicho el doctor que no debes asaltar la heladera por la noche...?”.

Glosario

Chabudai: Esta es una mesa baja, de aproximadamente 1 metro por 50 cm o más, y 30 cm de altura, construida tradicionalmente con madera de cerezo, donde los comensales se sientan en cuclillas en cómodos Zabuton o almohadones rellenos de algodón especialmente utilizados para este fin.
Chôshoku: Desayuno tradicional japonés, compuesto por miso (fermento de soja), arroz, pescado, algas, pickles y, por supuesto, una taza de té. En la actualidad, se pueden ver además huevos, tostadas, café, leche y jugos.
Donburi: Bols de cerámica en los que se lleva la comida a la mesa. Estos reciben varios nombres genéricos dependiendo de su contenido, los que se acompañan con el sufijo –don. Así, la carne se sirve en gyûdon y el tempura en tendón.
Fugu: Pez globo. Este pez es muy usado en la gastronomía japonesa por su delicioso sabor, aunque debe ser preparado con mucho cuidado por cocineros especializados, pues su hígado y ovarios contienen tetrotoxina, una sustancia sumamente venenosa.
Haori: Chaqueta que se usa sobre el kimono.
Kanjis: Ideogramas chinos utilizados en la escritura japonesa desde el siglo V DC.
Katana: Espada tradicional japonesa.
Ki-ai: Focalización del Ki o energía interior por medio de un grito, que se utiliza en las artes marciales y las prácticas religiosas y mágicas.
Noren: Cortina de tiras colgantes. Su uso es variado, pudiendo verse en la entrada de los restaurantes como indicación de que están abiertos. Su uso más común es como separación entre la cocina y el resto de la casa o entre el área de atención al público y el sector reservado en los locales. El noren llega a la altura del pecho, pues su función es impedir la visión más que el paso o la ventilación.
Sake: Aguardiente de arroz.
Torii: Estructura tradicional de madera en forma de arcada, ubicada a la entrada de los templos sintoístas.
Umeboshi: Manjar consistente en conserva salada de ume, una fruta japonesa. Su sabor es salado y agrio, y suele acompañar el arroz de las comidas y las viandas que los estudiantes llevan a la escuela.

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